La binacionalidad, pluralismo de las identidades
La binacionalidad, pluralismo de las identidades
La binacionalidad, o doble nacionalidad, es un estatus que permite a una persona poseer dos nacionalidades simultáneamente. Este fenómeno es cada vez más común en nuestro mundo globalizado, donde son frecuentes las migraciones, los matrimonios y los nacimientos en contextos multiculturales.
Sin embargo, en Francia, la binacionalidad es constantemente cuestionada por partidos de extrema derecha que quieren abolirla, lo que es impensable ya que la doble nacionalidad está vinculada principalmente a la existencia de parejas mixtas y a la transmisión de la nacionalidad a los hijos.
La doble nacionalidad permite a un individuo acceder a derechos y oportunidades en dos países diferentes, en nuestro caso Francia y Costa Rica. No se puede negar que la doble nacionalidad tiene ventajas prácticas, como el derecho de residencia y no tener que mendigar un visado. Da acceso a una serie de oportunidades educativas, culturales y políticas. En un contexto profesional, ofrece una ventaja en el mercado laboral, donde el dominio de varios idiomas y el conocimiento de diferentes culturas son activos valiosos. Y, por supuesto, el pasaporte europeo facilita los viajes y los intercambios económicos.
Sin embargo, la cuestión de la primacía de una nacionalidad sobre otra puede plantear interrogantes, por las implicaciones jurídicas, sociales y de pertenencia que genera. La binacionalidad plantea cuestiones de identidad. Para algunas personas, vivir con dos nacionalidades puede enriquecer su identidad, permitiéndoles navegar entre culturas y tradiciones diferentes, pero a veces los binacionales se encuentran en una zona «ni-ni», no sintiéndose verdaderamente costarricenses por los costarricenses a causa de su acento o sus costumbres diferentes, y no sintiéndose franceses por los franceses expatriados, o incluso por la administración francesa. Franceses de segunda clase. Para los descendientes de ciudadanos con doble nacionalidad, el sentimiento de pertenencia a su país de origen puede disminuir con la pérdida de la lengua. Sin embargo, conservar la nacionalidad de sus antepasados, la francesa, es un signo de apego a sus orígenes, que no contradice una fuerte identidad costarricense. Hoy en día, es importante reconocer y respetar el pluralismo de las identidades, en lugar de verlas como lealtades exclusivas.